Introducción
Con este Trabajo
queremos darles a conocer el Movimiento literario de Las Vanguardias del Siglo
XX, su influencia, los autores más destacados, su arte y su manera de pensar.
El vanguardismo,
o avant-garde en francés,[] se refiere a las personas o las
obras que son experimentales o innovadoras, en particular en lo
que respecta al arte, la cultura y la política.
El vanguardismo representa un empuje de los límites de lo
que se acepta como la norma o statu quo, sobre todo en el ámbito cultural.
La noción de la existencia del vanguardismo es considerado por algunos como una
característica del modernismo, a diferencia de la posmodernidad. Muchos
artistas se han alineado con el movimiento avant-garde y aún continúan haciéndolo,
trazando una historia a partir del dadaísmo pasando
por los situacionistas hasta artistas posmodernos como los
Poetas del Lenguaje alrededor de
1981.[]
El término también se refiere a la promoción de reformas
sociales radicales. Fue este sentido que fue evocado por el adherente a Saint-Simon Olinde
Rodrigues en su ensayo "L'artiste, le savant et
l'industriel" ("El artista, el científico y el industrial",
1825), que contiene el primer uso registrado de "avant-garde" en su
sentido ahora habitual: allí, Rodrigues pide a los artistas a "servir como
el vanguardismo [de la gente]", insistiendo en que "el poder de las
artes es de hecho la forma más inmediata y rápida" para la reforma social,
política y económica
1.- Características
El nombre de Literaturas de Vanguardia fue acuñado durante
la Primera Guerra Mundial (1914-1918) para designar a una serie de inquietudes
artísticas que se sitúan en la “avanzadilla” cultural del momento. El
vanguardismo significó uno de los momentos de mayor unidad entre los artistas
europeos que se proyectaron hacia la construcción de una nueva cultura y, por
tanto, de una nueva sociedad.
Pero el vanguardismo no fue ni mucho menos
una tendencia unitaria sino que estuvo formado por una gran cantidad de
movimientos, cada uno de ellos con peculiaridades, intenciones y técnicas
propias. Lo que tuvieron en común fue el deseo de crear un arte radicalmente
nuevo y que rompiese definitivamente con el realismo.
Pueden señalarse, eso sí, algunas
características generales comunes a los diferentes movimientos de la
vanguardia:
- Internacionalismo
. Frente al nacionalismo de la literatura anterior, preocupada por
la problemática social de cada país, los artistas de vanguardia se consideraron
ciudadanos del mundo -del mundo del arte, se entiende- y preocupados por
cuestiones universales más que particulares.
- Antitradicionalismo . Desprecian todo lo heredado de periodos anteriores, tanto en lo referente
a temas como a formas de expresión. De esta postura derivan algunos otros
caracteres:
- Renuncian por principio a toda ilusión de
realidad (base del arte anterior). Intentarán expresar su visión de la vida
mediante la deliberada deformación de los objetos naturales. Su relación con la
naturaleza no se basará en la imitación sino en la “violación” de la misma.
- Son movimientos de choque que no aspiran a
permanecer mucho tiempo sino al continuo cambio. Algunos apenas llegaron a
durar unas horas.
- Buscan la originalidad, la individualidad,
la diferencia, la novedad. Abren caminos nuevos, de ahí el término
“vanguardia”.
- Es un arte
intelectual , minoritario y dirigido solamente a aquellos que son
capaces de comprenderlo.
- Es un arte fiel a su época y p or eso refleja el
espíritu de su tiempo: las máquinas, el progreso, la técnica, las diversiones,
el deporte, el humor ... pero también refleja los aspectos más negativos de la
sociedad moderna.
- Es un arte fundamentalmente feo , el primero en
acentuar de forma general lo grotesco en nuestra cultura occidental.
- Es un arte deshumanizado , desprovisto de sentimientos y
pasiones humanas. El arte se reduce en muchas ocasiones a simple juego formal.
- Busca la espontaneidad
, no el trabajo previo y minucioso.
- Su tema principal será la contradicción . Este hecho
explica, por ejemplo, que algunos movimientos exalten los valores positivos del
mundo moderno (futurismo), mientras que otros se centran en los aspectos
negativos (expresionismo o surrealismo).
- El arte de vanguardia se valdrá de dos
herramientas principales:
- El
humor , porque es útil para desmitificar y desdramatizar
- La
metáfora (culto a la imagen), en la que los términos que se
comparan tienen poca relación entre sí.
- Libertad
absoluta del artista. Libertad llevada hasta el extremo, por
ejemplo, de romper con la lógica o con los idiomas conocidos.
- Existencia de una conciencia de grupo dentro
de los distintos movimientos, manifestada en una común sensibilidad artística,
en la tendencia a la institucionalización de los postulados en manifiestos y en
la existencia de órganos de expresión comunes (revistas, exposiciones,
reuniones y otras actividades).
- Relación de dependencia entre distintas
artes: la pintura invade la lírica, la música se traslada al verso, la letra
llega a los cuadros, el pensamiento determina la plástica, etc. En este
sentido, tuvo mucha importancia el cine, visto a modo de amalgama de distintas
artes: pintura, literatura, escultura, música, novela, teatro. También se
advirtió la capacidad del cine para generar mitos nuevos que superasen los ya
agotados (Charles Chaplin, Buster Keaton, Greta Garbo, etc.).
El cansancio de las distintas tendencias del
siglo XIX, especialmente del realismo, provocó en artistas y escritores un
deseo de ruptura con el pasado. Pero, por otra parte, la fractura que
provocaron los movimientos de vanguardia con respecto al arte anterior estaba
íntimamente ligada a los profundos cambios políticos y sociales producidos con
la llegada del siglo XX. Entonces una nueva concepción del mundo comenzó a
gestarse. Los puntales de lo que había sido la ideología positivista (libre
comercio, fe en el progreso, idea de la redención del ser humano por el
conocimiento, acceso a una mayor felicidad merced a los avances técnicos y
científicos; en definitiva, aquellos elementos en los que se había sustentado
la sociedad europea del XIX) se quebraron. El proceso se aceleraría durante la
Gran Guerra, cuando los frutos de ese progreso, tan alabado antes, contribuían
al horror de la conflagración. A partir de ahí, el "imaginado jardín de la
cultura liberal" fue vencido y quedó deshecha la relativa coexistencia
pacífica europea de casi un siglo, "desde la batalla de Waterloo hasta la
del Somme", en palabras de George Steiner .
Sólo así, tras un proceso traumático en el
que la guerra cambia el mapa europeo (para Arnold Hauser, el siglo XX comienza
realmente después del conflicto), deshace imperios, provoca revoluciones y
propicia el ascenso y triunfo de ideologías totalitarias, se comprende el
agitado discurrir del periodo siguiente, que hemos dado en llamar "de
entreguerras". Tiempo que coincide precisamente, y no es casualidad, con
el momento de mayor actividad de las vanguardias.
Tampoco hay que olvidar que la guerra
condicionaría personalmente a muchos de los protagonistas de dichas
vanguardias, bien porque la hicieron (André Breton, Louis Aragon, Blaise
Cendrars, Bertold Brecht, Ernst Weiss), bien porque murieron en ella o
inmediatamente después (Franz Marc, August Macke, August Stramm, Reinhard
Sorge, Georg Trakl, Guillaume Apollinaire), bien porque fueron desertores del
conflicto, como ocurre con el grupo dadaísta, con Tristan Tzara a la cabeza.
La Guerra agudizó también, y de manera
dolorosa, cierta idea de la inutilidad del arte por el arte, modalidad que ya
no parecía tener sitio en la vida moderna. Es por eso por lo que una de las
labores del creador iba a ser la de ponerse en contra de la lógica y también de
la moral, el honor, la religión, la patria o la familia, elementos considerados
como convencionalismos de un pasado rechazable desde todos los puntos de vista.
España, pese a la neutralidad oficial, vivió
con intensidad un conflicto del que había escapado, aunque no se libraría de la
posterior agitación política y social que sacudió Europa como consecuencia de
la Revolución rusa. El periodo culminante de las vanguardias coincidió en
nuestro país con una nueva fase del reinado de Alfonso XIII, en la que se dio
una progresiva descomposición de los partidos dinásticos, agudizada
precisamente a partir de 1917, y cuyo exponente más claro, pero no único, fue
la huelga revolucionaria de ese mismo año, que puso de manifiesto el
distanciamiento entre las que los historiadores llaman la "España oficial"
y la "España real". En 1921, el asesinato del presidente Eduardo Dato
y el pavoroso desastre militar de Annual, en la guerra de Marruecos, hasta
entonces de baja intensidad, aceleraron el fin del "turno pacífico"
de partidos en el poder, propiciando la dictadura de Primo de Rivera a partir
de 1923.
Todo esto tuvo su reflejo en el mundo de la
cultura y del pensamiento. Se tenía conciencia de las causas, de vivir un
tiempo nuevo y de que ello afectaba al arte. Se producirá así un cambio de
talante que afecta a los más variados órdenes de la vida.
Otro factor importante que influye en el
origen y desarrollo de las vanguardias es el referido a los avances
tecnológicos. Surgen los diferentes movimientos en un momento de avances
vertiginosos -y desconcertantes para el artista- en distintos campos (el cine,
la radio, el avión, el rascacielos, el ascensor, el automóvil, nuevas armas de
guerra, etc.). Estos avances funcionan como origen de una nueva sensibilidad
artística pero a la vez como inspiración de una nueva iconografía, algo que
también ocurre con respecto a la cultura urbana y los nuevos hábitos de vida
característicos del siglo XX.
Los movimientos de vanguardia fueron
fundamentalmente europeos y buena parte de ellos mayoría tuvieron raíz
francesa, en la medida en que sus pautas se marcaron desde París, que ya había
sido el lugar de origen de anteriores tendencias de carácter renovador, como el
Simbolismo el Impresionismo y el Modernismo. En París se gestaron movimientos
como el cubismo ,
el futurismo y
el surrealismo .
Pese a ello, conviene recordar la existencia de otros grupos que tuvieron su
centro de irradiación lejos de esta ciudad, como es el caso del expresionismo , pronto
adscrito a Alemania, del dadaísmo
del Zurich neutral de la guerra, del rayonismo ruso (síntesis de cubismo,
futurismo y orfismo), del imaginismo
inglés (también llamado vorticismo
, que desarrolla Ezra Pound sobre la base de nuevos ritmos e imágenes
bien definidas), sin olvidar otros movimientos más exóticos, como el estridentismo mexicano o
el vibracionismo ,
variante futurista que desarrolló el uruguayo Rafael Barradas en Barcelona. A
estos movimientos podríamos añadir otros “ismos”, siguiendo a Guillermo de
Torre: superrealismo,
purismo, constructivismo, neoplasticismo, abstractivismo, babelismo, cenitismo,
simultaneísmo, primitivismo, panlirismo , etc.
El futurismo puede considerarse uno de los
primeros movimientos de vanguardia. Comenzó en 1909, año en que su fundador, el
italiano Marinetti, publicó en París el primer manifiesto definiendo el
movimiento. Destacan en él los siguientes rasgos:
-Temas:
la velocidad, el riesgo, el peligro, lo moderno, las máquinas, la violencia, los
deportes, la guerra, el militarismo, las fábricas, etc.
-Reformas literarias:
• Destrucción absoluta de la sintaxis.
• Sustitución de los signos de
puntuación por signos matemáticos y musicales.
• Supresión del YO.
• Primacía de la imaginación sin
ataduras de ningún tipo.
• Alteración y juego con la tipografía.
-Espíritu:
• Odio a la inteligencia a favor de la
intuición.
• Ruptura con todo lo pasado.
• Espíritu iconoclasta. Ruptura con las
convenciones culturales.
• Optimismo y vitalidad.
Se apreció especialmente de este movimiento
su talante dinámico y su rebelión frente a los academicismos; sus llamadas al
riesgo ("Queremos cantar el amor al peligro, el hábito de la energía y de
la temeridad"), muy en la línea de posteriores proclamas de Mussolini
animando a los jóvenes a "vivir peligrosamente"; su sentido de la
modernidad, entendida como defensa de la velocidad y del maquinismo (este
último considerado un instrumento del poder humano); su visión de horizontes y
de infinitos; su defensa de lo intuitivo, de la invención; la utilización del
humor; sus ataques, en fin, a la moralidad imperante "y a todas las
cobardías”.
El cubismo en artes plásticas surgió en torno
al año 1907 con pintores como Picasso o Braque. El cubismo literario apareció
unos años más tarde y su máximo representante sería Apollinaire.
Como rasgos característicos de este
movimiento, pueden citarse:
• Descomposición de la realidad y su
observación desde diferentes perspectivas.
• Integración de diferentes artes. Esto
explicará el género literario del caligrama (pintura + literatura) y el
pictórico del collage (pintura + escultura + literatura).
• Pretensión de crear obras de arte con
vida propia, independientemente de su parecido con la realidad.
• Eliminación de lo anecdótico y
descriptivo.
• Fragmentarismo. El poema se suele
convertir en una sucesión de emociones, ideas, anotaciones, etc.
• Espontaneidad. Se niega la
elaboración formal posterior de la obra de arte. Se busca lo ilógico.
• Se huye del intelectualismo.
• Los temas tratados serán los propios
del mundo del momento, en sus aspectos positivos y negativos. El poeta se
ocupará de todo aquello que hiera su sensibilidad.
El paso del cubismo plástico al literario se
dio de la mano de autores como Max Jacob, André Salmon, Cendrars, Maurice
Raynal o Gertrude Stein, gente toda ella muy cercana a los pintores cubistas y
en especial a Picasso. También a través de revistas como Sic, L'Élan , Nord-Sud (referencia a una
línea del metro parisino) y Littérature
. Pero el artífice fue Guillaume Apollinaire, descubridor de
Picasso (Picasso peintre, 1905),
quien sistematizó los principales rasgos del cubismo literario, que luego
llevaría a la práctica en Alcools
(1913), y sobre todo en Calligrammes
(1918), conjunto de poemas visuales en los que la linealidad del
verso desaparece en favor de una tipografía que recuerda el objeto mencionado,
y que tienen en la pintura su modelo. Estos pictogramas fueron el arranque de
una poesía experimental que marcó gran parte de la literatura vanguardista. El
propio Apollinaire justificaba este proceso: "Los artificios tipográficos
llevados muy lejos con gran audacia tienen la ventaja de hacer nacer un lirismo
visual que era casi desconocido antes de nuestra época". En todo caso,
estamos ante unos poemas hechos para la lectura, incluso para la contemplación,
y no para ser escuchados, con todo lo que ello implica de novedoso.
Junto con los caligramas de Apollinaire
destacan también los juegos verbales de M. Jacob, los poemas innovadores de
Cendrars y los versos y aforismos de Reverdy. A partir de 1920, la presencia de
Paul Éluard, Benjamin Péret, Antonin Artaud, Robert Desnos, Valery Larbaud y
otros autores que luego destacarían en el surrealismo, añade savia nueva a este
movimiento.
Tiene su origen en Zurich en 1916, durante la
Gran Guerra, cuando un grupo de artistas, entre los que se encontraban Hugo
Ball, Hans Arp o Richard Huelsenbeck, y a los que después se uniría el poeta
rumano Tristan Tzara, iniciaron una serie de sesiones en un bar rebautizado Cabaret Voltaire , con la
intención de lanzar, en palabras de Ball, "los más estridentes panfletos
[…] y para rociar adecuadamente con lejía y burla la hipocresía
dominante".
Dadá pretendía ser diferente, no conformar un
movimiento más. Los dadaístas querían acabar con el arte, bueno o malo, y con
la noción misma de literatura. Representaron la negación absoluta. De ahí que
su nihilismo acabara en un callejón sin salida. Tzara explicó tardíamente, en
1950, que para comprender muchos de los supuestos del dadaísmo había que
imaginarse la situación de unos jóvenes "prisioneros en Suiza" en
1914 y dominados por el rechazo hacia toda forma de civilización moderna,
incluido el lenguaje.
El mismo nombre no significaba nada:
"Encontré la palabra dadá
en el diccionario Larousse", diría Tzara en su momento, aunque
posteriores versiones, suyas y de otros autores, acerca de posibles
significados ( el primitivismo,
el primer sonido que dice el niño, el empezar desde cero, lo que nuestro arte
tiene de nuevo …), hayan alcanzado una proyección casi legendaria.
En todo caso, de esa primera explicación surgió uno de los puntos básicos del
dadaísmo: el azar esgrimido contra la lógica y utilizado como elemento
creativo.
Se iniciaba así una protesta poética y
artística dirigida contra todo. A partir de ahí surgirían los famosos happennings, que tanto
escandalizarían, y la no menos famosa revista Dadá, dirigida por Tzara, quien acabaría
convirtiéndose en el líder del grupo.
El Manifiesto
Dadá no apareció hasta 1918, momento en el que Tzara entró en
contacto con Breton, Aragon, Eluard y Picabia. La categorización de Tzara fue
en estos términos: "Protesta
con los puños de nuestro ser: Dadá: Abolición de la lógica, danza de los
impotentes para crear: Dadá: Chillidos de los colores crispados,
entrelazamiento de las contradicciones grotescas y de las inconsecuencias: La
Vida" .
De Dadá surgirían elementos utilizados después
por los surrealistas, como el gusto por la sorpresa y el escándalo (insultos,
violencia, agresión, histrionismo, humor) y el afán experimental, que a su vez
procedía del futurismo (Tzara dijo que "el futurismo había muerto de
Dadá").
Se ha señalado que este movimiento contenía
más actividades que obras, y que éstas formaban parte del espectáculo, pero es
cierto que el dadaísmo dejó los "ready-mades" (término inventado por
Duchamp), formados a partir de collages,
grabados, esculturas, pinturas, fotomontajes (Man Ray) y todo tipo
de objetos que hoy denominaríamos "reciclados" (el famoso urinario y
el portabotellas de Duchamp, pero también corsés, periódicos, billetes de
tranvía, etc.). También dejó la escritura automática (leían a coro poemas de
ese tipo) y los poemas abstractos, basados únicamente en el sonido (es célebre
la representación del primer poema fonético abstracto llevada a cabo por Ball,
en julio de 1916, cuando disfrazado de objeto móvil recitó en medio de un gran
escándalo: "O gadji beri bimba glandridi laula lonni cadori…"). A
ello se añade toda suerte de recursos tipográficos y caligráficos, mezcla de
tintas, etc.
Los representantes de este movimiento
prefirieron hablar más de "postura vital" que de una corriente entendida
como tal. En todo caso, el expresionismo se identificó frecuentemente con
anticonformismo y sus exponentes fueron vistos como iconoclastas. El movimiento
tendría sus momentos estelares durante la segunda década del siglo e inicios de
la tercera.
El expresionismo no abstrae geométricamente
las formas, como el cubismo, ni es una manifestación situada entre el sueño y
la vida, como el surrealismo. El expresionismo, basándose en la intuición,
depura, intensifica e interpreta la realidad, pero nunca se aparta totalmente
de ella. Y, por supuesto, es absolutamente irracionalista. Entre sus rasgos
fundamentales se halla lo que se ha dado en llamar la "poética del
grito", de la que habla el crítico Armando Plebe: "entendida como un
abrir los ojos de par en par a los aspectos más alarmantes de la realidad […],
parece exigir del artista una expresión angustiada y angustiosa, un grito de
alarma". Otra faceta importante es su capacidad para deformar hasta la
caricatura, dado que el expresionismo se niega a captar la realidad a través de
las huidizas impresiones del momento, estableciendo jerarquías y una
"estilización que deriva en deformación", como señaló Gasch. Los
expresionistas utilizaron la caricatura, el guiñol, la máscara y, en general,
todas aquellas deformaciones y trazos desgarrados que "expresaran" en
sí mismos, desdeñando la armonía impuesta por el impresionismo y convirtiéndose
en un arte crítico en su búsqueda de nuevas manifestaciones.
Para todo ello la literatura expresionista se
sirvió de recursos como el "flujo de conciencia" (que, sin estar
especialmente ligado a este movimiento, lo caracterizó en buena medida), el uso
de un lenguaje desgarrado, la presencia constante de la muerte, la violencia y
la crueldad, la elaboración de personajes abstractos o genéricos, las
narraciones fragmentadas; la crítica a la burguesía y la presencia de lo
grotesco como medio de representar la naturaleza humana.
Sin lugar a dudas fue Valle-Inclán el ejemplo
más destacado en nuestro país entre los autores que se acercaron a ciertas
formas del expresionismo, pese a su fama de ser un escritor individualista y
poco interesado por lo que se hacía a su alrededor. Un análisis de las obras
que se engloban dentro de su teoría del esperpento pone de manifiesto un buen
número de coincidencias con la -técnica expresionista. La citada "poética
del grito", tiene su eco en la obra de Valle-Inclán, y muy especialmente
en Tirano Banderas (1926),
novela en la que la denuncia crítica, la violencia, la crueldad, la muerte, la
distorsión y la perspectiva deformante, la caricatura, los juegos de luces y
sombras, la propia estructura cinematográfica, la presencia del
"superhombre al revés", el desgarro en el lenguaje y el sarcasmo,
conforman un mundo literario que entronca directamente con los presupuestos
estéticos desarrollados por aquella corriente, por su literatura, por su cine y
por su arte.
El surrealismo como movimiento artístico nace
en Francia en torno a 1920, aunque probablemente sus mejores manifestaciones se
dan en España o proceden de artistas españoles. Su creador fue André Bretón y
en torno a él se formó un importante grupo de artistas que residieron en París
y que durante algún tiempo siguieron fielmente los dictados de la teoría
surrealista: Louis Aragon, Juan Larrea, Luis Buñuel y Salvador Dalí, entre
otros.
El surrealismo no pretendió ser solamente una
opción artística sino que quiso ser un movimiento que promoviera la revolución
integral, la liberación total del hombre. Pretendió transformar la vida. Esa
liberación total que buscan los surrealistas se centra fundamentalmente en dos
áreas de la personalidad y de la vida. Por un lado buscan liberar al ser humano
de sus propias represiones. En este aspecto, entroncan con la teoría del
psicoanálisis de Freud. Pero también pretendieron una liberación de la represión
que sobre el hombre ejerce la sociedad burguesa y su modelo de estado. En esta
tendencia, el surrealismo se relacionará con el marxismo.
Para conseguir esa finalidad de liberar al
ser humano de las represiones personales y sociales, los surrealistas se
valieron de una serie de técnicas concretas, todas ellas buscando la libertad
de creación y olvidando la razón:
• Escritura automática
• Ensambladura fortuita de palabras
• Reseña de sueños
• Liberación del lenguaje mediante
metáforas, en las que se asocian términos que no tienen relación aparente.
Con ello los surrealistas buscaron llamar la
atención no de la razón del lector sino de su inconsciente. Pretendieron
provocar acciones, no ser entendidos.
Por todo lo dicho, debe considerarse el
surrealismo como un movimiento que rehumaniza el arte deshumanizado de las
vanguardias, es la última vanguardia, que cierra un periodo y supone la vuelta
a temas existenciales, religiosos y sociales.
Pueden citarse los siguientes rasgos
principales de este movimiento, que ha quedado como el más significativo de
toda la época vanguardista:
• A diferencia del dadaísmo, no reniega
de la realidad sino que pretende acceder a la esencia última de esa realidad
adentrándose en los campos profundos del pensamiento y dejando a éste libre de
toda sujeción racional y, en gran medida, al margen de toda preocupación
estética o moral.
• Esta nueva apreciación de la realidad
lleva a un universo nuevo para el surrealismo: el del subconsciente, donde
aquélla se manifiesta en su totalidad, y que es tan importante o más que la
vigilia. Esto permite hablar de una "poética del sueño", capaz de
producir obras inquietantes y extrañas, dominadas por la irracionalidad, por la
no-lógica y por las técnicas de libre asociación.
• Otra de las bases sobre las que
aparentemente se asienta la definición de la actividad primera del surrealismo
es la "escritura automática", que es la resultante del poder
productivo de las frases que brotan de la mente al aproximarse al sueño. La
escritura automática tiene como base el azar, al cual se abandona el poeta,
permitiendo que aparezcan libremente ideas, asociaciones y palabras.
• En consonancia con el rechazo de una
visión informativa o descriptiva de la realidad, surge el concepto de lo merveilleux. En el Manifiesto surrealista queda
patente: "Digámoslo claramente: lo maravilloso es siempre bello, todo lo
maravilloso, sea lo que fuere, es bello, e incluso debemos decir que solamente
lo maravilloso es bello”. Esto tendrá después su importancia a la hora de
formular poéticas como la del "realismo mágico" (concepto aparecido
en esos años), o la de "lo real-maravilloso" (elaborada por
Carpentier en los años 40), que tienen una evidente deuda contraída con el
mundo de las vanguardias, y en especial con el surrealismo.
• Una consecuencia de lo anterior será
el interés manifestado por los mitos, entendidos como símbolos. Para Breton, el
surrealista es "un portador de llaves" y, por tanto, los mitos son
los verdaderos conectores entre lo real y lo suprarreal. Es el paso del
subconsciente individual al subconsciente colectivo. A partir de aquí se
entiende el interés por el folklore, las leyendas y otras formas de creación
colectiva. No es casual que Marcel Raymond destacase el excepcional hallazgo
lorquiano de síntesis entre "el giro popular y la visión poética más
original" en su De
Baudelaire al surrealismo (1933), libro considerado en su momento
como un verdadero catálogo del surrealismo.
• Otros recursos destacados serían el
uso de imágenes perturbadoras, la presencia de profecías, los sueños, el humor
negro y la crueldad (como vías contrarias al sentimentalismo), el satanismo y
la alusión a objetos surrealistas.
España está en consonancia con el resto de
Europa en cuanto a la incorporación de los ismos
a nuestras letras, siendo el pionero e impulsor Ramón Gómez de la
Serna. Según han reconocido diferentes investigadores, por primera vez desde el
siglo XVIII, España se abrió a los cuatro vientos y participó con voz propia e
inconfundible en las corrientes intelectuales europeas del momento.
En el ambiente literario de la época,
proliferan las tertulias y revistas donde el vanguardismo halla acogida o
comentario en nuestro país. Entre las tertulias son famosas las del Café de Pombo , presidida
por Gómez de la Serna, o la del Café
Colonial , en torno a Cansino-Assens. De las muchas revistas que
surgieron, en general efímeras, destacan dos: la Revista de Occidente (fundada por Ortega y
Gasset en 1923) y La Gaceta
Literaria (fundada, en 1927, por Giménez Caballero y Guillermo de
Torre).
Las primeras vanguardias llegaron a España a
la par que el Armisticio, hacia 1918, siendo Guillermo de Torre el que afianzó
aquí el término con su libro Literaturas
europeas de vanguardia (1925), por parecerle la denominación más
adecuada para expresar su espíritu innovador y por ser la que ofrecía unas
connotaciones más belicosas con respecto al arte anterior. La palabra
“Vanguardias” alternó también con "Ismos", que Ramón Gómez de la
Serna ya había utilizado anteriormente y que después llevaría a su libro
homónimo de 1931, lo mismo que haría Juan Eduardo Cirlot en su obra Diccionario de los Ismos. Otro
apelativo generalizado entonces fue el de "Arte nuevo", usado por
Rafael Cansinos-Assens y por Antonio Espina, este último con ironía ("esto
del Arte nuevo es viejo"), para agrupar a futurismo, creacionismo,
expresionismo y ultraísmo. En una línea parecida, Ortega y Gasset, nunca al
margen de estas cuestiones, manejaba el concepto de "arte joven", con
el que también resaltaba la idea de algo nuevo que se estaba fraguando a la par
que el siglo.
Existen, en líneas generales, cuatro etapas
en el desarrollo del vanguardismo español:
1.- 1908-1918: Primeras manifestaciones de las
vanguardias. Destaca la figura de Ramón Gómez de la Serna, quien, en 1909,
publica su ensayo-manifiesto El
concepto de la nueva literatura .
2.- 1918-1925: Periodo de plenitud de la
vanguardia. Nace el ultraísmo, con figuras como Cansinos-Assens o Guillermo de
Torre, y el creacionismo, con Huidobro y Gerardo Diego.
3.- 1925-1930: La gran tendencia artística es el
surrealismo, que supone una vuelta a las preocupaciones humanas y, por tanto,
el principio del fin de la vanguardia.
4.- 1930-1936: Los movimientos de vanguardia van
desapareciendo, ante el peso de las urgencias históricas y sociales. La
literatura se politiza, se llena de contenidos sociales, de denuncia, y eso no
tiene cabida en la vanguardia. El arte ya no se quiere minoritario sino
dirigido a la “inmensa mayoría” y con un claro espíritu utilitario.
Aparece en España en la década de los veinte
y es un reflejo en nuestro país del futurismo y del dadaísmo, pero también de
la labor vanguardista de Ramón Gómez de la Serna. Sus rasgos característicos
son:
• Integración de diferentes artes.
• Sustitución de los signos de
puntuación por signos matemáticos.
• Exaltación de las máquinas y del
mundo moderno.
• Ruptura de la disposición tipográfica
tradicional.
• Renovación de la metáfora (El poema
debe ser una sucesión de metáforas, se debe eliminar de la metáfora todo lo
sentimental o anecdótico y la metáfora debe relacionar elementos nunca
conectados en la realidad).
El movimiento ultraísta ha dejado una
producción literaria, aunque escasa, de considerable valor, en varias obras de
sus principales creadores: Helices
(1923), de G. de Torre; El
ala del sur (1926), de P. Garfias; Espejos (1921), de J. Chabás; Poemas póstumos (1924), de
J. de Ciria y Escalante, etc.
Este movimiento se inició en París a cargo
del poeta chileno Vicente Huidobro y el francés Pierre Reverdy y, en 1918,
Huidobro lo dio a conocer en España. Su principal divisa es “hacer un arte que
no imite ni traduzca la realidad” (Huidobro), “crear lo que nunca veremos” (G.
Diego), es decir, romper con la realidad visible para crear una nueva realidad
que tenga sentido por sí misma. Pueden destacarse los siguientes recursos en este
movimiento:
• Total libertad en la elaboración de
imágenes.
• Desconexión de los referentes
racionales.
• Supresión de puntuación, escritura
ideográfica, distintos tipos de letra en un poema.
• Presencia de motivos modernos como el
maquinismo y la velocidad.
Obras destacadas dentro del creacionismo son Altazor , de V. Huidobro, Versión celeste , de Juan
Larrea e Imagen y
Manual de espumas ,
de G. Diego.
España es posiblemente el país europeo en que
la repercusión del surrealismo fue mayor. El movimiento fue conocido
tempranamente en nuestro país, al publicar en 1925 la Revista de Occidente la
traducción del Manifiesto Surrealista que André Breton había dado a conocer en
Francia un año antes. A ello hay que añadir las visitas de Breton a Barcelona
en 1922 y de Louis Aragon a la Residencia de Estudiantes de Madrid en 1925
(donde vivían Lorca, Buñuel, Dalí, etc.).
La difusión del surrealismo en España se debe
en buena medida al poeta Juan Larrea, a quien puede atribuirse, Según Cernuda,
la orientación surrealista de varios poetas del 27. También es fundamental la
influencia de Dalí y de Buñuel.
De la producción poética de los autores del
27 en la órbita de este movimiento, deben destacarse Sobre los ángeles, de Alberti,
y Poeta en Nueva York ,
de Lorca, así como buena parte de la obra de V. Aleixandre y L. Cernuda.
Se ha constatado, sin embargo, que, en
general, el surrealismo español no es “ortodoxo”, ya que nuestros poetas no
llegaron al extremo de la pura creación inconsciente ni practicaron la
“escritura automática”. Siempre puede percibirse en sus poemas una intencionada idea creadora como
hilo conductor de las mayores audacias . Lo que sí se produce es una liberación de la imagen ,
desatada de bases lógicas, y con ello un enriquecimiento prodigioso del
lenguaje poético.
Se le considera la gran figura de la
vanguardia en España. Nació en Madrid, hijo de un ilustre jurista, y estudió
Derecho, pero desde muy temprano se sintió atraído por el periodismo. Siempre
se manifestó como un iconoclasta con respecto a las artes y tendencias
culturales al uso y se mostró como un vanguardista de las vanguardias. Su obra
se caracteriza por su arrolladora personalidad, hasta tal punto que creó un
estilo conocido como el ramonismo
, sinónimo de independencia, esteticismo y provocación. Es autor de
más de cien libros de diferentes géneros, como novela, ensayo, cuento, teatro o
artículo periodístico -del que fue maestro-. Practicó el madrileñismo , una ligazón
especial con esta ciudad de la que le atraía su vida cultural y bohemia y que
definió como "Madrid es no tener nada y tenerlo todo".
En 1915 Gómez de la Serna fundó la Tertulia sabatina del Café y
Botillería de Pombo . El Café de Pombo, cerca de la Puerta del Sol,
fue así uno de los sitios más célebres y concurridos del Madrid literario de la
época. Ramón era quien llevaba la voz cantante en las reuniones. Era su hogar
literario, donde podía exponer libremente sus teorías vanguardistas. Allí se
daban cita Picasso, Pío Baroja, Azorín, Marañón y un largo etcétera de
personalidades. También se celebraron banquetes
pombianos en homenaje a escritores y artistas, como los dedicados a
Picasso (1917), Ortega (1922) y Azorín (1927). En 1920 se instala en el café
Pombo el famoso cuadro de José Gutiérrez Solana que inmortalizaría las
tertulias ramonianas.
Es también conocida su original faceta de
conferenciante. Ramón viajaba con frecuencia por España y otros países
pronunciando conferencias humorísticas con puesta en escena incluida: en una
ocasión se vistió de torero, dio otra a lomos de un elefante (en el Cirque
d'Hiver de París, en 1928), en un trapecio (en el Gran Circo Americano de
Madrid, en 1923), con la cara pintada de negro (para presentar la película “El
cantor de Jazz”, en el Palacio de la Prensa de Madrid, en 1929), sobre un
columpio, adoptando la postura de Napoleón para hablar sobre él, etc. En 1931,
en Chile, recibió un homenaje en un quirófano.
En 1929 Gómez de la Serna funda una tertulia
en el café La consigne de
París y es nombrado miembro de la Académie
Française de l'humour .
Se convierte también en el primer escritor
radiofónico de España cuando, en 1930, la emisora Unión Radio instala un
micrófono en su despacho, gracias al cual se dirigirá cada noche a sus oyentes.
Ideológicamente, Gómez de la Serna, que había
profesado ideas libertarias en su juventud, se declaraba “al margen del honor y
de la moral burguesa”. El estallido de la guerra civil le sorprendió en Madrid
y figura en la lista de fundadores de la Alianza de Intelectuales
Antifascistas, pero durante la contienda terminará decantándose por el bando
franquista. Su casa madrileña fue saqueada, desapareciendo todas sus
pertenencias. En agosto de 1936, el escritor decide viajar a Buenos Aires,
junto con su compañera Luisa Sofovich, escritora argentina hija de padres rusos
a quien había conocido en 1931 y con quien se casaría en 1961, dos años antes
de la muerte del escritor en Buenos Aires (Anteriormente Gómez de la Serna
había estado unido sentimentalmente a la periodista y escritora feminista
Carmen de Burgos, -cuyo seudónimo literario era Colombine -, 21 años mayor que él, fallecida
en 1932). La pareja no regresaría a España más que un breve periodo de tiempo
en 1949, en viaje organizado por la Dirección General de Propaganda. En 1959,
el Gobierno español otorga a Gómez de la Serna la Gran Cruz de la Orden de
Alfonso X el Sabio. Los restos del escritor reposan en la Sacramental de San
Justo de Madrid.
De su numerosa bibliografía, las obras más
importantes son: "El Incongruente" -su novela predilecta-, "El
Gran Hotel", "La Hiperestésica", "El Torero de
Caracho". En "Los Muertos, las Muertas y otras Fantasmagorías"
se recopilan consideraciones, construidas enteramente alrededor del tema de la
muerte, ilustradas por toda una antología de epitafios, algunos de ellos
sumamente curiosos y originales. Otra de sus obras más populares la constituye
la serie "Las Falsas Novelas", colección que incluye la rusa, la china,
la tártara, la negra, la alemana, la norteamericana: "pastisches"
psicológicos escritos en el estilo peculiar de Ramón. Hay que mencionar además:
"Ramonismo", "El Doctor Inverosímil", "El Chalet de
las Rosas", "El Circo", "La Malicia de las Acacias",
"El dueño del átomo", "La Mujer de ámbar", "El
caballero del bongo gris" (calificada por su autor de "folletín
moderno"), "Efigies", "Cinelandia", "La
Saturada", "El Hijo del Relojero", "Gollerías",
"El Novelista", "El cubismo y todos los ismos", "El
Secreto del Acueducto", "La Quinta de Palmira", "Viernes
Santo", "Elucidario de Madrid", "La Nardo",
"Policéfalo y señora", "Los medios seres" (obra de teatro),
"Las escaleras", "¡Rebeca!", "El Cólera Azul",
"Ismos", "Nuevos Retratos Contemporáneos", "Trampantojos",
"Cuentos para los días de no salir de casa", "Explicación de
Buenos Aires" y su célebre autobiografía "Automoribundia". Tiene
también estudios sobre pintores, como Velázquez, El Greco, Juan Griss o Goya, y
biografías de escritores (Quevedo, Lope, Valle-Inclán, Poe).
A Ramón Gómez de la Serna no se le puede
incluir dentro de ningún movimiento concreto sino que toma rasgos del cubismo,
del futurismo, del dadaísmo y del surrealismo. Su pensamiento artístico parte
de la idea de que el mundo es un absurdo, un circo ridículo que sólo puede
describirse en términos de humor, en muchas ocasiones con un toque de amargura.
Veamos algunos caracteres que definen el ramonismo
:
- Comparte con los movimientos de vanguardia
la antipatía por la interpretación tradicional de la realidad; por tanto, en su
obra adivinamos constantemente el deseo de romper con el arte anterior.
- Observa la realidad desde puntos de vista
no habituales; de esa forma trata de provocar la sorpresa en el lector.
- Elimina de sus obras el sentimentalismo.
Las herramientas para conseguirlo serán el humor y la exaltación de los
aspectos más divertidos de la vida.
- Mucho antes de que apareciera el
surrealismo, practica el irracionalismo poético (asociación insólita de
intuiciones, metáforas “delirantes”, etc.)
La principal aportación de Gómez de la Serna
es la greguería, un
género literario nuevo (empieza a utilizarlo hacia 1910) al que el autor
definió con una igualdad matemática: Greguería=Humor+Metáfora. Se trata de
apuntes breves que encierran una pirueta conceptual o una metáfora insólita.
Además de ser objeto de múltiples ediciones específicas (16 ediciones en vida
del autor, entre 1914 y 1962), las greguerías están presentes en toda la obra
periodística y literaria de Gómez de la Serna.
Ricardo Senabre las ha clasificado en cuatro
grupos:
• Basadas en una falsa etimología:
“Bisabuelo parece querer decir una pareja de abuelos”
• Basadas en una paronomasia: “Cuando
contamos por lustros nuestra edad es que queremos dar lustre a nuestros
años"
• Basadas en la parodia de frases
hechas: “¿De cuerpo presente? No. De cuerpo pretérito”
• Basadas en una dilogía: “El defecto
de las enciclopedias es que padecen apendicitis”.
El autor explica así la gestación y el nombre
de este género original, en el prólogo a la edición de las Greguerías de 1960:
“Desde 1910 –hace cincuenta años– me dedico a
la greguería, que nació aquel día de escepticismo y cansancio en que cogí todos
los ingredientes de mi laboratorio, frasco por frasco, y los mezclé, surgiendo
de su precipitado, depuración y disolución radical, la greguería. Desde
entonces, la greguería es para mí la flor de todo lo que queda, lo que vive, lo
que resiste más al descreimiento. La greguería ha sido perseguida, denigrada, y
yo he llorado y reído por eso entremezcladamente, porque eso me ha dado pena y
me ha hecho gracia. Cuando se publicaron por primera vez en los periódicos,
muchos lectores se daban de baja. "¡Cámbielas de nombre¡", me decía
el director; pero yo me negué terminantemente.
Las cosas apelmazadas y trascendentales deben
desaparecer, incluso la máxima, dura como una piedra, dura como los antiguos rencores
contra la vida.
El encuentro con la greguería fue lo que me
trajo la suerte. Gracias a las Greguerías he vivido, he conferenciado, he
viajado, he tenido contraseña universal.
En realidad, me dedico a la greguería desde
mi niñez, y al ama de cría ya le lanzaba greguerías.
Es lo único que no improviso nunca. Me las
concede esa adolescencia de la vida que es pareja de nuestra adolescencia o de
nuestra vejez...
Tienen que ser lentas y naturales. Son una
gota de los siglos que atraviesa mi cráneo.
Se puede improvisar una novela, pero no una
greguería.
¿Que por qué se llaman Greguerías ?
Al encontrar el género me di cuenta de que
había que buscar una palabra que no fuese reflexiva ni demasiado usada, para
bautizarle bien.
Entonces metí la mano en el gran bombo de las
palabras, y al azar, que debe ser el bautizador de los mejores hallazgos, saqué
una bola...
Era "greguería", aún en singular;
pero yo planté esa bolita y tuve un jardín de greguerías.
Me quedé con la palabra por lo eufónica y por
los secretos que tiene en su sexo.
Greguería, algarabía, gritería confusa. (En
los anteriores diccionarios significaba el griterío de los cerditos cuando van
detrás de su mamá.)
Lo que gritan los seres confusamente desde su
inconsciencia, lo que gritan las cosas…”.
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